Pues los poetas son
pequeños animales en disturbio
con la sed en los ojos y en la
garganta amor


(Jesús Hilario Tundidor)

sábado, 28 de febrero de 2015

domingo, 22 de febrero de 2015

El Vinagre Del Arte

(Sergio Durá)


Vivimos en la oscuridad, hacemos lo que podemos, damos lo que tenemos. Nuestra duda es nuestra pasión y nuestra pasión nuestra tarea. El resto es la locura del arte.

(Henry James)


domingo, 15 de febrero de 2015

Yo Morí Al Cumplir Medio Siglo

(Joel Daniel Phillips)


Hay un pozo empavonado de azul como el cañón
del revólver que viste de niño.
Hay helechos muy altos, y el tambor
del sol bate lejos y débil. Hay un pájaro
erizado y verde y amarillo y bárbaro
como un tapiz de pluma azteca, y pide
más luz, cada vez más luz, y es para hundirla
más bajo tierra. Y tú la buscarías
hasta el último átomo, entre hojas
caídas y raíces ásperas pero hechas
a la medida de la mano que oprime.
Hay un desovadero de moras negras y las nueces
son crustáceos pudriéndose, viscosos
y malos como las lágrimas. Hay troncos
que exudan. Hay metal de élitros vivos.
Dentro, todo esto. Pero no entrarás.
No sabes hacia dónde ir. Hace demasiado
que te dieron las direcciones.
Aturdido, has perdido el camino
y no tienes ganas de nada. Te sientas y recuerdas
que te hablaron de un pozo, no de caminos.



(Gabriel Ferrater)

jueves, 12 de febrero de 2015

Yo Morí Desde El Ministerio Del Aire

(Mikko Walamies)


El vozarrón del viento colma
hoy
los graneros aquellos en los que parece que Nadie
espera
nuestra Ausencia...
                             y Nada.

Pero hasta esa misma sima se levanta frontal
un bosque de sonidos
y distancias
                  por merced del viento.
Y pronto
vemos de claro en claro
que nos trae (escondida) una leyenda
donde
se apacentaba en sueños
nuestra infancia.



(Justo Alejo)

miércoles, 4 de febrero de 2015

Sinopsis De Un Asesinato




Los cojines marchan listos para saborear a sus mujeres,
los veo perderse doblando la espina de la noche
donde todo está perdonado.
Podrían pasar como un mal augurio
al otro piélago lluvioso,
pero hoy llevo la frente alta del desierto bastante limpia.
No sé si lo suficiente.
Debo acabar de escribir un libro sin título
y sin más consistencia
que unos cadáveres que no son míos.
Y ni siquiera riman.

Cuando hablo de la muerte
recuerdo la única vez que pisé un cementerio.
A mi bisabuela la enterraron en un ataúd amarillo,
sin embargo, he olvidado su rostro.
Cuando hablo de la vida
recuerdo el día anterior a mi nacimiento.
De madrugada un aullido despertó a mi familia
en estas mismas paredes que hoy habito.

Yo morí tras Henriette con una sonrisa
junto al lago Wannsee en 1811
porque el polvo no se parece a la pólvora.
Yo morí en Bogotá leyendo El triunfo de la muerte de Annunzio
allá por mayo de 1896
y evité que la sangre manchara la pechera.
Yo morí durante la Ginebra de 1930
para reducirme a una expresión exacta
cuatro días después de mi cuarenta cumpleaños.

Debo escribir un libro sobre la muerte
porque una vez devoré una antología de poetas suicidas
y cuando quise releerla
la biblioteca había descatalogado su único ejemplar.
Esto no será una anatomía del suicidio,
sino la del asesinato de un dios interior
que dice que yo soy todos los muertos.