Pues los poetas son
pequeños animales en disturbio
con la sed en los ojos y en la
garganta amor


(Jesús Hilario Tundidor)

jueves, 7 de febrero de 2013

Mañana, Milagro





El olor es la primera verdad
aprendida a golpe de lágrima.
Y los neonatos añoran la vida inodora
haciendo del puchero la vida,
haciendo de la verdad el escombro.

Sevilla empieza a heder
cuando los cuervos liban
el sudor de la luna turbia.
Un alcohol que reverbera
gota a gota sobre el asfalto,
nuestro tóxico osario de ruletas rusas.

Sevilla empieza a arder
cuando las mondas de naranja
declaran la guerra al sulfato magnésico.
Una torre de Babel que se abrasa
con los idiomas de todos los dorsos
declamados con voz grave
por hombres radioactivos,
salmos en pijama de lodo y franela
antes de la siesta.
Raídas costras son el toque de distinción
de las damas postulantes,
que arriendan viejos containers
a impúdicos precios.

El mal animal se viste de úlcera,
se perfuma con sosa cáustica
esperando el milagro.
Tal vez la primavera conserve manos serviles. 


3 comentarios:

María José Collado dijo...

Me llega ese tufillo de animal en descomposición, aquello que un día fuimos. Me gusta lo que has escrito.

Un saludo

José Luis Martínez Clares dijo...

Ufff. Excelente. Rafael, haría usted bien en ponerme sobre la pista de "El aplauso americano". Hablan maravillas de él. Un abrazo, amigo

Luis Salares dijo...

Trasciende preciso, el paisaje arraigadamente ácido que nos pintas en tu poema, del contexto en el que te hallas.Un placer haberlo leído. Salud!